Un trabajo especial de mi
autoría que fue publicado en una edición de Diario La Hora Cotopaxi semanas
atrás, y que es un homenaje para aquellos luchadores que no tienen límites, y
que se mezclan entre la sociedad como ángeles... aún hay mucho que hacer por
ellos.
Fotografías y Texto: R. PAÚL LÓPEZ CHAMORRO
Un ángel en mi aula
Son las 8:03 y Nahomi
llega en el asiento delantero del taxi de su padre. Caminan hasta la entrada de
la escuela y desde ahí, la pequeña estudiante camina sola, segura de lo que
hace, como si estuviera en un su casa. Llega hasta una puerta y golpea. De pronto,
todos los niños se levantan y abren el portón, dejando por unos minutos sola a
la maestra que dictaba clases con un libro en sus manos. Hay abrazos, sonrisas,
caricias, hay afecto, una expresión de amor sincera, sin prejuicios, solo
aferrándose a la llegada de su entrañable compañera y amiga.
Así comienza un nuevo día
de estudio para Nahomi, una niña con síndrome de down que desde este año asiste
a la educación regular en busca de nuevas oportunidades, de igualdad, de
ejercer su derecho, sin limitaciones ni imposiciones.
Ella es parte de un grupo
de cuatro niños con habilidades diferentes que estudian en la escuela Manuel Salcedo,
en San Felipe. Sus padres decidieron buscar una educación diferente a la
impuesta, y los resultados dicen, están a la vista.
Hugo Hinojosa, de 45 años,
es el padre de la estudiante. Dice sentirse feliz por el amor que a diario
recibe su hija de maestros y compañeros.
El padre explica que
Nahomi asistió a una institución de educación especial, pero no sintió el
progreso que en su hija ahora es notorio. “Ya sabe escribir su nombre, conoce y
diferencia los colores, los número, las letras del alfabeto, es muy dedicada en
sus tareas, le gusta hacerlas, creo que aprende mucho estando con niños sin el
problema de salud”, dice.
Reconoce que no existe
presión de la maestra ya que todos están conscientes de sus capacidades, además
siente que su hija ahora tiene una mayor autoestima, “ha ganado mucho en su
lenguaje, juega básquet, baila, no nos arrepentimos de haber tomado esta
decisión”.
La hermana menor de
Nahomi, también estudia en la institución. Britney sufre una discapacidad
auditiva severa en uno de sus oídos. Ambas han recibido el apoyo de la
comunidad educativa.
Trabajo pedagógico
Fabiola Rivera es la
maestra de Nahomi (tercero de básica). Labora desde hace 17 años en la escuela
y reconoce que es la primera ocasión en la que trabaja con una estudiante con
capacidades diferentes.
Dice que no ha sido un
esfuerzo o un problema, más bien lo califica como una “oportunidad maravillosa”,
ya que ha despertado en otros niños muchos sentimientos nobles, la solidaridad
y la comprensión principalmente.
La Maestra cree que la
inclusión de niños especiales a las aulas regulares “es algo que debía hacerse
mucho antes; por ejemplo, la niña (Nahomi) tiene un poco de retraso en el
aprendizaje, pero reacciona muy bien en comparación a otros niños de su edad,
esta alumna es muy despierta, inteligente, de muchos valores, es un ejemplo
para sus compañeros”.
Necesidades urgentes
Por su parte Ramón
Segovia, director de la escuela Manuel Salcedo, informó que el establecimiento
se ha caracterizado desde hace muchos años por recibir niños especiales,
incluso antes de que fuera una disposición gubernamental.
Sin embargo, lamenta que
el plantel hace dos meses perdiera a la maestra de aula de apoyo, “quien se
preocupaba de los niños con estos problemas de salud”.
Explica que la entidad
rectora de la educación provincial realizó un reajuste al plantel y no
“repusieron a la maestra, a pesar de que hicimos las solicitudes necesarias”.
Segovia reconoce el
esfuerzo y abnegación que ponen sus compañeros maestros en la educación de
estos alumnos. “Se requiere capacitaciones especiales para que todos los
maestros seamos capaces de este proceso de inclusión, nosotros nos auto
educamos en estos temas, así debe ser, pero la capacitación profesional nunca
está por demás”.
Batalla por terminar
Mishel también es una
estudiante especial de la escuela. Ella cursa el séptimo año de educación
básica, tiene 15 años de edad.
Eduardo Molina es su
profesor, quien vive por primera vez la
experiencia de tener en el aula a una estudiante de habilidades diferentes.
A su criterio, el proceso
de inclusión es muy interesante “ya que a través de ella se pueden tratar
algunos problemas de integración con otros estudiantes”.
Molina explica que al ser
niños de mayor edad en comparación al grado de Nahomi, al inicio del año
lectivo los alumnos mostraron dificultad de adaptación, pero a medida que
Mishel se fue integrando en las actividades diarias, la percepción de sus
compañeros cambió radicalmente, “la ven como una amiga, la cuidan”, dice.
Sin embargo explica que en
ocasiones es notorio un cambio de actitud en su alumna, probablemente “porque
hay la ausencia de medicamentos (...), el proceso de inclusión educativa
también requiere del trabajo de los padres en casa”.
Por ello considera que la
capacitación debería darse no solo a los maestros sino también a las cabezas de
hogar, para que los padres aprendan a convivir con sus hijos, “la trilogía
educativa es importante, en el aula, en la casa, en la comunidad, todos debemos
colaborar para sacarlos adelante”, concluyó el maestro.
“Nahomi nos enseña mucho a
diario, nos da amor, ha unido a la familia”.
Hugo Hinojosa, padre de
familia.
Ramón Segovia, director de
la escuela Manuel Salcedo